La mujer que más amé

junio 26, 2021

Uno se da cuenta que está enamorado, cuando ve como única a la otra persona. Cuando todo vibra, fluye y crece en pos de esa persona. Y para mi, era aquella mujer.

La conocí hace poco, pero creo que es la mujer que más amé, aún si haberla amado. Porque amor no es irreflexivo ni irracional, porque entonces sólo sería una ilusión, algo irreal. El amor es el acto de autodestrucción más racional que puede tomar el ser humano. Es saber que se corre el riesgo de perder, es saber y reconocer que la otra persona tiene defectos, tiene cosas que pueden no gustarnos, pero que aún así, es única esa persona y vale la pena tomar el riesgo. Y yo, apenas si la conozco, apenas si la he visto, apenas si la he tocado.

Tirarse al vacío sin paracaídas, es una analogía que me gusta utilizar con el amor. Porque así es a veces, así es con ella, sé que me voy a estrellar, sé que quizás en algún momento la voy a dejar, pero hoy sólo sé que junto a mi la quiero estrechar.

Tengo miedo de amarla porque sé que la amaría con locura, sin frenos ni culpas, solo amor, amor y razón. Pero no puedo amarla, porque incluso antes de tenerla, estoy decidiendo dejarla. El amor mueve mi mundo y ella lo está revolucionando, sin embargo no creo que pueda o deba o vaya a quedarse, porque yo estoy pensando en irme y abandonarla. Quisiera gritarle que la amo, que la deseo y que la extraño, pero no puedo, no puedo hacerlo porque estoy a punto de marcharme. Quisiera decirle que está revolucionando mi mente sin ser una revolucionaria, que está llenando mi vida, sin ser necesariamente una Maga. Pero quizás no necesito una Maga, quizás sólo la necesito a ella, que me diga que mo me vaya, que me diga que me quede cerca, que me entregue a ella y me convierta en uno con ella. Quizás solo eso necesito, pero ella no lo dirá, y yo no lo pediré. Estamos condenados a abandonarnos y trascender cómo todo aquello que no pudo ser, porque me fui, lejos, mucho más lejos de lo que ella hubiera podido ir, porque me fui lejos y cambié el amor por algo más, porque de nuevo fui egoísta, incluso conmigo mismo al negarme el amor.

Negándome a mi mismo el amor. El amor que merecía y buscaba durante toda mi vida. Renunciando al amor, tontamente, porque no supe quedarme, porque preferí irme… porque en verdad, sin amarla, la amé. Porque ella pudo haber sido la mujer que más amé.